Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Dios mío, infinitamente amable, y prefiero morir amándote que vivir un instante sin amarte.
Te amo, Dios mío, y sólo deseo ir al cielo para tener la felicidad de amarte perfectamente.
Te amo, Dios mío, y sólo temo el infierno porque en él no existirá nunca el consuelo de amarte.
Dios mío, si mi lengua no puede decir en todo momento que te amo, al menos quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro.
Ah!, dame la gracia de sufrir amándote, de amarte en el sufrimiento y de expirar un día amándote y sintiendo que te amo.
A medida que me voy acercando al final de mi vida,
te pido que vayas aumentando y perfeccionando mi amor. Amén.
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ORACIÓN POR LOS SACERDOTES AL CORAZÓN DE JESÚS
¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús!
Danos sacerdotes santos según tu humilde
corazón, que en ellos veamos el destello del fuego
ardiente, que sale de tu pecho, para que así nos
conduzcan como Tú, que eres el Buen Pastor al
redil de tu sacratísimo corazón.
Danos fuegos ardientes de tu infinita
misericordia en tus enviados los sacerdotes.
Que con el torrente de agua limpia que sale
de tu costado, limpie de todo pecado y todo temor
de nosotros débiles y pobres.
Sacratísimo corazón de mi buen Jesús confio
fielmente en Ti, misericordia eterna.
Sor María de Jesús, O.S.C.
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ORACIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II A LA VIRGEN SANTÍSIMA POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
Oh María, Madre de Jesucristo y Madre de los sacerdotes: acepta este título con el que hoy te honramos para exaltar tu maternidad y contemplar contigo el Sacerdocio de tu Hijo unigénito y de tus hijos, oh Santa Madre de Dios.
Madre de Cristo, que al Mesías Sacerdote diste un cuerpo de carne por la unción del Espíritu Santo para salvar a los pobres y contritos de corazón: custodia en tu seno y en la Iglesia a los sacerdotes, oh Madre del Salvador.
Madre de la fe, que acompañaste al templo al Hijo del hombre, en cumplimiento de las promesas hechas a nuestros Padres: presenta a Dios Padre, para su gloria, a los sacerdotes de tu Hijo, oh Arca de la Alianza.
Madre de la Iglesia, que con los discípulos en el Cenáculo implorabas el Espíritu para el nuevo Pueblo y sus Pastores: alcanza para el orden de los presbíteros la plenitud de los dones, oh Reina de los Apóstoles.
Madre de Jesucristo, que estuviste con Él al comienzo de su vida y de su misión, lo buscaste como Maestro entre la muchedumbre, lo acompañaste en la cruz, exhausto por el sacrificio único y eterno, y tuviste a tu lado a Juan, como hijo tuyo: acoge desde el principio a los llamados al sacerdocio, protégelos en su formación y acompaña a tus hijos en su vida y en su ministerio, oh Madre de los sacerdotes. Amén.